¿Cómo surgió la procesión de Jesús del Gran Poder?
“La imagen ‘pegó’ porque (el Padre Francisco Fernández) la promocionó. Iba a lavanderías públicas y a mercados para enseñarla al pueblo
La tercera fue la vencida. Corría el año 1961 y el sacerdote Francisco Fernández, que pertenecía a la orden franciscana, buscaba una imagen para que Quito la idolatre. Sí, una imagen que conectara con la fe de los quiteños.
Intentó con la Virgen de Fátima, pero no funcionó: no convenció. Probó con la Virgen de Lourdes, pero tampoco. Mientras divagaba pensando en una tercera opción, observó que en la sacristía (habitación que, en las iglesias, está destinada para guardar los elementos necesarios para la misa) de la iglesia San Francisco de Quito, reposaba, abandonada, una escultura de Jesús de Nazaret. Fue diseñada en el siglo XVII -con palo de balsa- por un padre del que sólo se conoce su nombre: Carlos.
Desde ese instante, la tuvo clara: sacaría esa escultura a las calles de Quito para lograr adeptos. Con una pequeña variación en el nombre: en adelante llamaría a ese retrato “Jesús del Gran Poder” (en honor al pasaje bíblico -Mateo 28:18- en el que Jesús dice: “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra”).
“La imagen ‘pegó’ porque (el Padre Francisco Fernández) la promocionó. Iba a lavanderías públicas y a mercados para enseñarla al pueblo”, cuenta el padre Jorge González, quien por entonces era su adolescente ayudante y actualmente es quien dirige la procesión Jesús del Gran Poder.
El Padre Francisco Fernández al principio “se inventaba” supuestas peticiones que la agente le hacía al Jesús del Gran Poder (para fingir popularidad) y leía sus invenciones durante las misas. Luego no fue necesario mentir. La devoción creció a una escala tal que los feligreses en verdad comenzaron a hacerles pedidos a la escultura religiosa.
Ese mismo año, en 1961, se realizó la primera procesión cargando la imagen del Jesús del Gran Poder. Desde entonces, se la ha realizado anualmente, todos los Viernes Santos, para recordar la muerte de Jesús.
Los cucuruchos son uno de los principales personajes de esta peregrinación. Ellos salen a caminar descalzos, cubriendo un traje morado que los mantiene en el anonimato. Salen dispuestos a expurgar sus pecados.
Según el Padre González, la Iglesia actualmente no promueve las autoflagelaciones durante las peregrinaciones. Son los mismos feligreses –dice- quienes optan por estas prácticas y eso “está fuera de nuestras manos”.
Lo dice mientras camina por las instalaciones del Colegio Franciscano San Andrés, donde él trabaja y supervisa las emociones de sus estudiantes.
“Suéltela”, le ordena a un chico que abraza a una chica; “¡Despacio! Paz y bien, hermanos” a unos niños que corretean en las gradas; “Días de Dios”, a alguien que luce molesto. El Padre González no sólo es quien mañana, desde las 12:00, liderará la procesión de Jesús del Gran Poder. También es el regulador de las emociones de cientos de chicos que, a diario, realizan otro tipo de peregrinaje, uno no-religioso pero igual de complejo: el colegial.
Fuente : Cultura y patrimonio
13372